4.12.2007

Capítulo 31: Lo que siento no lo sabes.>>> Por Mae (Iari)

-Lo siento.-

Drizzt se volvió de un salto al sentir la mano en su hombro. Iari le soltó inmediatamente, sin querer asustarle en absoluto, al darse cuenta de su reacción.

-No quería asustarte.-
-No te oí llegar.- Seguía tenso, si bien se había vuelto a sentar en los escalones de una de las múltiples entradas a la base, mirando hacia el jardín
-Camino en silencio.- Dijo ella, sentándose a su lado
-¿Lo suficiente como para que no te oiga un drow?- le preguntó a Iari con mirada acusadora

Iari se puso roja. Los drows tenían un oído increíblemente fino, y Drizzt tenía uno aún más fino de lo normal.

-Estabas distraído.- dijo, sin mirarle.
-Te hubiera oído de todos modos.- dijo él, mirando otra vez hacia fuera.
-Bueno, sí, es raro que no me hayas oído, pero... ¿no estás sobreactuando?-
-¿Quién dice?-
-¡Calma, Drizzt! Sólo estoy tratando de ser amable.-
-Lo sé. Lo siento.-
-¿Es por lo de Legolas?-
-Sí. Y por otras cosas.-
-¿Tus amigos?-

Drizzt asintió. Iari le puso otra vez la mano en el hombro.

-No te preocupes, Drizzt. Míralo con el juicio frío. Si vencemos al maestro, recuperaremos los reinos. Entonces volverás a verlos.-

Drizzt se volvió a mirarla y clavó la mirada en los ojos nuez de Iari. La miró con atención. Le costaba creer que no era Catti-Brie a quien veía. Era la misma mirada, aunque el color de los ojos fuera distinto. Allí, viéndola, con el cabello obscuro alborotado en la misma manera en que se alborotaba la mata pelirroja de Catti,

Era la misma escencia, como si fiueran la misma persona. Sentía que el destino le jugaba una mala pasada al enviarle a alguien tan parecido en aspecto y espíritu a su amaba Catti-Brie.

-No es tan sencillo como tu crees.- le dijo a la chica.
-¿Porqué no?-
-Mis sentimientos nublan mi juicio a veces. Es difícil.-
-Lo sé. A mí me ha pasado en ocasiones. Pero dime... ¿qué sentimientos nublan tu juicio ahora?-

A Iari le dijo mucho más la mirada y el silencio del joven de lo que hubiera podido decirle cualquier posible discurso.

-No.- dijo, haciéndose hacia atrás.- Dime que no es eso.-

Drizzt no la miró a los ojos, sino que clavó la mirada en un par de escalones más abajo.

-Estaría mintiendo.-
-¡No puede ser!- dijo la chica, poniéndose en pié y echándose hacia atrás.- ¡Tú no puedes estar enamorándote de mí!-
-Talvez siempre lo estuve.- dijo él poniéndose en pié y mirándola a los ojos con desición ahora.
-¡Yo no soy Catti-Brie, Drizzt!- Drizzt se sorprendió un instante de que la chica lo supiera.- Sí, lo sé. Sé que lo parezco. ¡Pero por mucho que me le parezca, deber comprender que soy una persona diferente! Tú la amas a ella, no a mí. Mi imagen y mi carácter te han confundido, es todo, ¡Pero tú no me amas!-
-¿A qué le temes, Iari?- le preguntó el drow mirándole directo a los ojos, preguntando tanto con la voz como con la mirada de aquellos exóticos ojos lavanda.- ¿Es que tienes miedo de amar a alguien? ¡Porque tú también me amas, lo veo en tus ojos!- Iari quizo negarlo.- Demuéstrame que me equivoco.- la retó el elfo oscuro.- ¡Mírame a los ojos y dime que no me amas!-

La mirada de Iari tembló. No fué capáz de sostener el duro escrutinio de aquellos ojos color espliego, y la apartó.

-Lo sabía.- dijo el drow.

Dando media vuelta, el elfo se marcó. A Iari le flaquearon las rodillas y cayó sobre el escalón, temblando. *

...

Iari se acercó al drow, que le daba la espalda, mirando por el balcón. La muchacha miró una vez más la fotografía que llevaba en brazos, apretándola contra el pecho, para infundirse valor, y luego le llamó.

-Estoy metida en el mismo lío, ¿sabes?-

Drizzt se aferró con fuerza al barandal del balcón y apretó los párpados. Si su piel no hubiera sido negra, probablemente se hubieran puesto blancos por la presión ejercida.

-Aprecio el intento, Iari, pero no es así. Tú no comprendes...-
-Sí que lo hago. Por favor, Drizzt, estoy tratando de decirte algo. Escúchame ¿quieres?-

El drow soltó un suspiro, abrió los ojos y se volvió a verla. Iari miró a sus ojos lila, y un escalofrío la recorrió de pies a cabeza.

-Bien. Te escucho.- dijo el elfo.- ¿Qué es lo que quieres decirme?-

Otra vez, Iari miró la fotografía para infundirse valor.

-Ven.- dijo al drow, haciendo un movimiento de cabeza hacia el pasillo.

Drizzt la siguió por entre corredores y corredotes hasta la puerta de una sala. Iari la abrió. Era la tumba de Omix.

-Entra.-

Drizzt entró a la cámara, cn respeto. Iari cerró la puerta tras él, y luego hablo.

-Esta es la tumba de Omix Amim. Él...- Iari tragó saliva.- era mi antiguo prometido-

Drizzt no pudo ocultar su sopresa. ¿Iari prometida? No tenía idea.

-¿Qué... qué le pasó?-
-Murió.-**
-Me refería a... ¿Cómo...? ¿cómo murió?-

Iari suspiró, recordando tiempos pasados.

-Le hirieron en una batalla contra los ejércitos del maestro. Tenía la misma enfermedad que mi hermana y yo, Hermatomina. Los campos de Amapolas de los vientos habían sido quemados, una estrategia del ejército enemigo pues sabía que la enfermedad era común en Hayrudin... No teníamos con qué curarle. Yo estaba a su lado cuando murió. No podía partir si quiera para buscar la cura, porque todavía no descubríamos cómo viajar entre realidades sin ser detectados por el maestro. Antes de morir, yo le prometí que, no importaba el costo, yo encontraría Amapola de los Vientos. Se lo juré. Pero él murió antes de que pudiera encontrarla.-

Drizzt se sintió profundamente conmovido. Iari debía de sentirse fatal, pensando que podría haberlo salvado aunque eso no fuera cierto... Miró a la tumba, examinando la piedra blanca a la vez que pensaba.

-Lo amabas, ¿verdad?-
-Más que a mi propia vida.- Iari pasó los dedos sobe la roca.- Y que a la luna, y las estrellas, y el mar...- miró a Drizzt.- A veces me lo recuerdas mucho. A veces hasta me da por pensar que tú eres él. Muchas de sus ideas se parecen.-

Drizzt la miró.

-¿Por eso decías que tú estás metida en el mismo lío?-

Iari asintió.

-Sí. Comprendo cómo te sientes, Drizzt, y vaya que lo comprendo.- la chica le echó un vistazo a la foto y luego se la tendió a Drizzt, sin mirarle.- Mira, éste era él.-

Drizzt tomó el marco, y se quedó atónito al ver el retrato, pues el aspecto del chico en la fotografía era casi idéntico al suyo. El muchacho de la fotografía era inegablemente más jóven, pero el parecido era aterrador. Aunque era un humano, no un elfo, y su piel era durazno, la forma del rostro era la misma. La misma barbilla, los mismos labios,***la mísma nariz, las mismas cejas, y el cabello les caía del mismo modo, aunque el chico del retrato lo llevaba corto y de un color negro azhabache. Los ojos oscuros, aunque entre azules y verdes contrastantes con los lavanda del elfo, tenían la misma forma que los de Drizzt.

-No... No puedo creerlo.-

Iari asintió con la cabeza, y luego lo miró.

-Créeme, Drizzt. Estoy metida en el mismo lío.

...

A medida que las semanas avanzaban, Artemis comenzaba a ver los frutos del entrenamiento. Era mucho más rápido que cuando había empezado, e Iari le había enseñado nuevos trucos y movimientos nuevos.

Iari había resultado ser una gran maestra. Enseñaba con la práctica, y era dura, muy dura, estricta como nadie; Pero no pedía nunca imposibles, sólo cosas dentro de las propias capacidades de cada guerrero.

Pero siempre en el límite. De algún modo, sabía exáctamente hasta qué punto podía forzar a alguien, llevándolo hasta el límite de sí mismo... Y deteniéndose justo en el momento en el que no podría llegar a más, y convertía ese nivel de resistencia en algo usual, diario, incrementando las habilidades de los guerreros al máximo

Y era una gran guerrera. En realidad, Artemis se había dado cuenta de que tenía problemas de equilibrio con sus propios movimientos. Pero practicaba tanto, era tan severa consigo misma, que era simplemente imposible aprovechar aquella debilidad.

Era simplemente extraordinaria.

No fumaba, no bebía, no se dejaba tentar por nada que pudiera poner sus sentidos en un nivel inferior al cien porciento.

Era el modelo de guerrera perfecta.

Artemis la admiraba en ese sentido, por su disciplina, por sus preceptos, su esfuerzo y su habilidad en combate.

Pero no era lo único de Iari que admiraba.

Se había sorprendido a sí mismo mirándola. Mirando esos ojos obscuros y profundos, mirando esos labios carnosos y suaves...

#Mirando sus caderas#

Mirando su largo cabello ondulado bailotear cuando se movía, mirando su piel bronceada por el sol de campo...

#Mirando sus caderas#

Mirando la seguridad de su paso al andar, y a la vez, la gracia impresa levemente en cada movimiento...

¡Oh, de acuerdo! Mirando sus caderas.

Le gustaba verla caminar. Ver sus caderas balanceándose de un lado a otro, aunque ella misma tratara de hacer menos notorio ése hecho, era intoxicante. Y su cabello moviéndose tras ella y callendo y botando tampoco estaba mal... pero no, sus caderas eran mejores.

Aunque trataba de disimularlo con aquella ropa holgada, Artemis ya había resuelto que, en realidad, la chica debía de tener mucho mejor figura de la que quería aparentar.

-¿Artemis?-
-¿Ehh?- él volvió de su ensimismamiento, alejando de su mente la imagen de Iari para enfrentarse a la de carne y hueso.
-¿Qué ocurre?-
-Ehh... naada, nada. Pensaba-
-¿En...?-
#¿En tus caderas?#
-E...en nada.-
-Wow, debes ser un genio para poder pensar en nada.- dijo ella en tono sarcástico.- ¿Cuántas veces aparece alguien que realmente pueda imaginar la completa y total nada, algo que no sea algo, ni siquiera una profunda obscuridad?-

A Artemis se le escapó una media sonrisa. Él mismo se lo había preguntado antes.

-Supongo que no muy comunmente.-
-Entonces? En qué pensabas?- Inquirió la chica.
-En algo.- dijo él con aquella media sonrisa bien plantada en los labios

Iari se ehó a reir. Se cubrió los ojos mientras negaba con la cabeza.

-Está bien, tu ganas! Me callaré.-

Él sonrió. Ella dió media vuelta y se marchó, aún riendo un poco. Él se quedó viendola marcharse.

Viendo sus caderas. ****
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* ¿A que soy genial? Ya era hora de que éste muchacho se animara. Primer valiente que se avienta! Quién creen que termine con ésta joyita? Apuestas para Drizzt, señores, quién da más, señores, quién da más? (Iari)
**¿No? ¿Te cae? ¡Yo creía que las tumbas se hacían para los vivos! Estúpida, no digas obviedades. (Iari)
***Igual de besables. Yumi. (Iari)
****Me encanta ese final. A ver... quién apuesta por Artemis, quién apuesta por Artemis? Se reciben apuestas, señores! Cuánto por Drizzt, cuánto por Artemis? Quién da más, quién sa más? A qué rival le van? A qué némesis? (Iari)

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Bases

Manda tu dibujo a la dirección de correo electrónico ani_leopardeza_cool@hotmail.com con un nickname, tu dirección de correo electrónico y un título.
La fecha límite es el 12 de Diciembre del 2007 o hasta que recibamos 50 dibujos, en cuyo caso se publicará una contra-convocatoria avisando que no recibimos más dibujos.
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